martes, 13 de marzo de 2018



DESARROLLO PSICOSOCIAL EN LOS INFANTES

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En este blog encontraras temática como la siguiente: 

Establecer que es el Desarrollo Psicosocial, como propiciar un desarrollo optimo en niños.

Encontraras técnicas, consejos y una guía que le ayudara en el diario oficio de ser padres y como fomentar la educación formativa de los infantes.

Darles a conocer la teoría del desarrollo psicosocial de Erik Erikson, para comprender mas ha fondo sobre el desarrollo de los infantes y las diferentes etapas que cursan.





Desarrollo psicosocial
Se entiende por desarrollo psicosocial el proceso de transformaciones que se dan en una interacción permanente del niño o niña con su ambiente físico y social. Este proceso empieza en el vientre materno, es integral, gradual, continuo y acumulativo. El desarrollo psicosocial es un proceso de cambio ordenado y por etapas, en que se logran, en interacción con el medio, niveles cada vez más complejos de movimientos y acciones, de pensamiento, de lenguaje, de emociones y sentimientos, y de relaciones con los demás. En este proceso, el niño va formando una visión del mundo, de la sociedad y de sí mismo, al tiempo que adquiere herramientas intelectuales y prácticas para adaptarse al medio en que le toca vivir y también construye su personalidad sobre las bases del amor propio y de la confianza en sí mismo.

A continuación se describe la teoría del desarrollo psicosocial de Erik Erikson.

El desarrollo psicosocial de Erik Erikson.
Las fases psicosociales de Erik Erikson, quien nació en Alemania el 15 de junio de 1902. Estudió psicoanálisis con Freud y se volvió psicoanalista infantil
Erik homburger Erikson fue un gran profesor de la universidad de Harvard, presentó la teoría del desarrollo psicosocial que abarca el ciclo vital completo de la persona, reconstruyendo las ideas de Freud a partir de la antropología cultural. Fue miembro de la clínica psicológica de Harvard y de otros institutos. Erikson formulo la teoría de la siguiente manera, Erikson reinterpretó las fases psicosexuales elaboradas por Freud y enfatizó, según engler  los aspectos sociales de cada una de ellas en cuatro aspectos principales:

  • Incrementó el entendimiento del ‘yo’ como una fuerza intensa, vital y positiva, así como de solucionar las crisis que surgen del  contexto genético, cultural e histórico de cada individuo.
  • Explicitó profundamente las etapas de desarrollo psicosexual de Freud, integrando la dimensión social y el desarrollo psicosocial.
  • Extendió el concepto de desarrollo de la personalidad para el ciclo completo de la vida, de la infancia a la vejez.
  • Exploró el impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el desarrollo de la  personalidad.
La teoría que formulo Erikson destaco los siguientes aspectos:

  • Diferencias individuales: Las personas se diferencian en cuanto a las fuerzas internas; hombres y mujeres presentan diferencias de la personalidad debidas a las diferencias biológicas.
  • Adaptación y ajustamiento: Un ‘yo’ fuerte es la llave para la salud mental; deriva de una buena resolución de las  ocho fases de desarrollo del ‘yo’, con predominancia de las fuerzas positivas sobre las negativas (confianza sobre desconfianza etc.).
  • Procesos cognitivos: El inconsciente es una fuerza importante en la formación de la personalidad; la experiencia es influenciada por modalidades biológicas que se expresan por medio de símbolos y juegos.
  • Sociedad: Modela la forma con que las personas se desenvuelven (de ahí el término ‘desarrollo psicosocial’); las instituciones culturales dan soporte a las fuerzas del ‘yo’ (la religión da sustentación a la confianza y a la esperanza, etc.).
  • Influencias biológicas: Los factores biológicos son determinantes en la formación de la personalidad, las diferencias de sexo en la personalidad son fuertemente influenciadas por las diferencias del “aparato genital”.
  • Desarrollo del niño: Se hace a lo largo de cuatro fases psicosociales, cada una de ellas contiene una crisis que desarrolla una fuerza específica del “yo”.
Erikson basado en la experiencia humana plateo que la existencia de un ser humano depende, en todos los momentos, de tres procesos de organización complementarios: el biológico, el psíquico y el ético-social.
El principio epigenético afirma que “todo ser vivo tiene un plano básico de desarrollo, y es a partir de este plano que se agregan las partes, teniendo cada una de ellas su propio tiempo de ascensión, maduración y ejercicio, hasta que todas hayan surgido para formar un todo en funcionamiento”. Este principio según el autor se aplica en los tres procesos complementarios en el  proceso biológico de la organización de los sistemas de órganos que constituyen un cuerpo, en el proceso psíquico que organiza la experiencia individual a través de la síntesis del yo y en el proceso social de la organización cultural e interdependencia de las personas.
La perspectiva de Erikson fue  organizar una visión del desarrollo del ciclo completo de la vida de la persona humana, extendiéndolo en el tiempo, de la infancia a la vejez, y en los contenidos, el psicosexual y el psicosocial organizados en ocho estadios. Cada estadio integra el nivel somático, psíquico y ético-social y el principio epigenético.

La crisis
La crisis según Erikson comprende el paso de un estadio a otro, como un proceso progresivo de cambio de las estructuras operacionales, o un proceso de estancamiento (o regresivo) en el mismo, manteniendo las estructuras operacionales. Comprende, también, la relación dialéctica entre las fuerzas sintónicas (virtudes o potencialidades) y las distónicas (defectos o vulnerabilidad) de cada estadio, de la resolución positiva de la crisis dialéctica emerge una fuerza, virtud o potencialidad, específica para aquella fase. De su no resolución emerge una patología, un defecto o fragilidad específica para aquel estadio.

Contenido de cada estadio
Para cada estadio, Erikson atribuye una característica central básica y una crisis básica psicosocial dialéctica. Cada estadio tiene una potencialidad sintónica específica para superar el potencial de su antítesis. Las fuerzas se contraponen dialécticamente, de forma que la resolución de cada crisis resulta en la emergencia de fuerza básica o cualidad. A su vez, la fuerza simpática también presenta una contradicción antipática que permanece como constante amenaza para la persona y para el orden social.


Pie de página la tabla 1 representa el ciclo completo de la vida, que es una visión general de los estadios psicosociales. Las columnas muestran los aspectos abordados por la teoría, en cuanto a que las líneas (de la tabla) representan los estadios de desarrollo. Las edades son flexibles para cada estadio atendiendo, principalmente, al desarrollo psicosexual y psicosocial de la persona.

Los estadios psicosociales

Erikson describe los estadios psicosociales del ciclo completo de la vida 

Confianza versus desconfianza - esperanza niño de  0 a 12-18 meses.
El modo psicosexual del niño comprende la asimilación de los patrones somáticos, mentales y sociales por el sistema sensorio motor, oral y respiratorio, mediante los cuales el niño aprende a recibir y a aceptar lo que le es dado para conseguir ser donante. La confianza básica como fuerza fundamental de esta etapa, nace de la certeza interior y de la sensación de bienestar en lo físico (sistema digestivo, respiratorio y circulatorio), en el psíquico (ser acogido, recibido y amado) que nace de la uniformidad, fidelidad y cualidad en el abastecimiento de la alimentación, atención y afecto proporcionados principalmente por la madre. La desconfianza básica se desarrolla en la medida en que no encuentra respuestas a las anteriores necesidades, dándole una sensación de abandono, aislamiento, separación y confusión existencial sobre si, sobre los otros y sobre el significado de la vida. Cierta desconfianza es inevitable y significativa desde el punto de vista personal y social de la niñez, para la formación de la prudencia y de la actitud crítica. De la resolución positiva de la antítesis de la confianza versus desconfianza emerge la esperanza, como sentido y significado para la  continuidad de la vida. Esta fuerza de la esperanza es el fundamento ontogenético que nutre  la niñez de una  confianza interior de que la vida tiene sentido y que puede enfrentarla: “yo soy la esperanza de tener y de dar”. La consistencia, la cualidad y la fidelidad de los ritos, de los gestos, de las rutinas diarias y de los tiempos (ritualizaciones) proporcionarán, más adelante un significado físico y afectivo, un significado de trascendencia personal, filantrópico-social y espiritual de la  vida, sentimiento básico para la formación de la experiencia religiosa. Las ritualizaciones vinculantes al sistema religioso se organizan por el estable cimiento y sostenimiento en el tiempo de las relaciones significativas de confianza y de esperanza entre el niño y, especialmente, con la madre.
La idolatría nace cuando las relaciones de mutualidad son marcadas por rituales estereotipados y vacíos de significados afectivos y de sentido de vida.

Autonomía versus vergüenza y duda – autonomía infancia: de 2 a 3 años
Es este el período de la maduración muscular – aprendizaje de la autonomía física;  del  aprendizaje higiénico – del sistema retentivo y eliminativo; y del aprendizaje de la verbalización – de la capacidad de expresión oral. El ejercicio de estos aprendizajes se vuelve la fuente ontogenética para el desarrollo de la autonomía, esto es, de la auto-expresión de la libertad física, de locomoción y verbal; bien como de la heteronimia, esto es, de la capacidad de recibir orientación y ayuda de los otros. Mientras tanto, un excesivo sentimiento de autoconfianza y la pérdida del autocontrol pueden hacer surgir la vergüenza y la duda, como imposibilidad de ejercitarse en su desarrollo psicomotor, entrenamiento higiénico y verbalización; y sentirse desprotegida, incapaz e insegura de sí y de sus cualidades y competencias. El justo equilibrio de estas fuerzas es importante para la formación de la consciencia moral, del sentido de justicia, de la ley y del orden, además de un sabio equilibrio entre las experiencias de amor u odio, cooperación o aislamiento, autonomía o heteronomía; de los comportamientos solidarios, altruistas o egocéntricos hostiles y compulsivos. La virtud que nace de la resolución positiva de la dialéctica autonomía versus vergüenza y duda son la voluntad de aprender, de discernir y decidir, en términos de autonomía física, cognitiva y afectiva, de tal forma que el contenido de esta experiencia puede ser expresada como: “yo soy lo que puedo querer libremente”. La presencia de los padres (padre y madre) es fundamental en esta etapa para el ejercicio del aprendizaje de la autonomía y de la auto-expresión para la superación de la vergüenza, de la duda y del legalismo, en la formación de la deseo y del sentido de la ley y del orden. Este período de ritualización de la infancia corresponde, dentro del ciclo vital, a la formación del proceso judiciario – de la justicia, de la ley y del orden. El ritualismo desvirtuado, tanto permisivo como rígido, conduce al legalismo, tanto permisivo como rígido
Iniciativa versus  culpa y miedo - propósito edad preescolar: de 3 a 5 años
La dimensión psicosexual de la edad preescolar corresponde al descubrimiento y al aprendizaje sexual (masculino y femenino), la mayor capacidad locomotora y el perfeccionamiento del lenguaje. Estas capacidades predisponen al niño para iniciarse en la realidad o en la fantasía, en el aprendizaje psicosexual (identidad de género y respectivas funciones sociales y complejo de Edipo), en el aprendizaje cognitivo (forma lógica preoperacional y comportamental) y afectivo (expresión de sentimientos). La fuerza distónica de esta etapa es el sentimiento de culpa que nace del fracaso en el aprendizaje psicosexual, cognitivo y comportamental; y el miedo de enfrentarse a los otros en el aprendizaje psicosexual, psicomotor, escolar o en otra actividad. El justo equilibrio entre la fuerza sintónica de la iniciativa y la culpa y el miedo es significativo para la formación de la consciencia moral, a partir de los principios y valores internalizados en los procesos de aprendizaje, en la iniciación del aprendizaje escolar, de la inserción social, a través de los prototipos ideales representados por sus padres, adultos significativos y la sociedad.
Ahora la presencia de la tríada familiar es necesaria para la formación de la capacidad de separación afectiva, de dar y recibir afecto a una tercera persona, incluyendo la resolución del complejo de  Edipo. La virtud que surge de la resolución positiva de esta crisis es el propósito, el deseo de ser, de hacer y de convivir, sintetizado en la expresión: “yo soy lo que puedo imaginar que seré”. El arte dramático y el jugar se vuelven el palco de las ritualizaciones de las experiencias existenciales de la niñez, en los roles y funciones sociales, bien como del aprendizaje de los significados dialécticos de las crisis psicosociales para la formación de su consciencia moral. El moralismo será la palabra para designar la internalización de las normas sociales cuando es la  forma inhibidora y culposa. Esta ritualización se expresa en tres niveles diferentes en la expresión de jugar: en la autoesfera: esto es las sensaciones del propio cuerpo; en la microesfera: aquello que corresponde a la esfera de los juguetes y en la macroesfera: los actos que corresponden a las relaciones con los otros.
Industria versus inferioridad - competencia edad escolar - latencia: de 5-6 a 11-13 años
En el período de la latencia disminuyen los intereses por la sexualidad personal y social, acentuándose los intereses por el grupo del mismo sexo. La niñez desarrolla el sentido de la industria, para el aprendizaje cognitivo, para la iniciación científica y tecnológica; para la formación del futuro profesional, la productividad y la creatividad. Ella es capaz de acoger instrucciones sistemáticas de los adultos en la familia, en la escuela y en la sociedad; tiene condiciones para observar los ritos, normas, leyes, sistematizaciones y organizaciones para realizar y dividir tareas, responsabilidades y compromisos. Es el inicio de la edad escolar y del aprendizaje sistemático. Es función de los padres y de los profesores ayudar a que los niños se desarrollen sus competencias con perfección y fidelidad, con autonomía, libertad y creatividad. La fuerza dialéctica es el sentimiento de inadecuación o de inferioridad existencial, sentimiento de incapacidad en el aprendizaje cognitivo, comportamental y productividad. De la resolución de esta crisis nace la competencia personal y profesional para la iniciación científica-tecnológica y la futura identidad profesional, expresada en la frase: “yo soy el que puedo aprender para realizar un trabajo”. El aprendizaje y el ejercicio de estas habilidades y el ejercicio del ethos tecnológico de la cultura desarrollan en el niño el sentimiento de capacitación, competencia y de participación en el proceso productivo de la sociedad, anticipando el perfil de futuro profesional. Cuando el niño ejecuta estas habilidades exclusivamente por el valor de la formalidad técnica, sacrificando el sentido lúdico y la fuerza de la imaginación, puede desarrollar una actitud formalista en relación  a las actividades profesionales, volviéndose esclavo de los procesos tecnológicos y burocráticos. Aquello que debería ser un momento de placer y de alegría, unido al sentimiento de realización personal e integración social, acaba siendo un proceso desintegrante y formalista.




Los primeros contactos del niño o niña con sus padres son fundamentales
Se ha comprobado que la autoconfianza, la autoestima, la seguridad, la capacidad de compartir y amar, e incluso las habilidades intelectuales y sociales, tienen sus raíces en las experiencias vividas durante la primera infancia en el seno familiar. En un hogar donde se respira un ambiente de cariño, de respeto, de confianza y de estabilidad, los niños o niñas se crían y se desarrollan psíquicamente más sanos y seguros, y se relacionarán con el exterior de esta misma forma, con una actitud más positiva y constructiva hacia la vida.
Se puede estar en contacto con el niño incluso antes de su nacimiento es de suma importancia establecer lazos afectivos antes del nacimiento del niño o niña, el crecimiento físico y desarrollo antes del nacimiento del niño se puede ver afectado por el estado emocional de la madre en la gestación, por ello es importante que la madre este en un ambiente de apoyo, información y compresión, si es necesario al momento del parto que la madre este acompañada por un familiar o amigo para brindarle apoyo y evitar complicaciones.
Si los padres se hacen partícipes en este proceso de aprendizaje, irán asumiendo mejor sus funciones desde las etapas más tempranas de la vida del niño o niña, con un beneficio claro para éste. Aunque la gestación es un proceso natural y es algo esperado por la madre, es normal que en ella surjan preocupaciones, dudas y temores. Estas alteraciones están relacionadas con sus cambios hormonales y estructurales, y con las condiciones dentro de la familia, el trabajo, su experiencia previa, etcétera.
Para disminuir tensiones, temores y angustias, y para adquirir una mayor confianza en sí mismo, conviene que los padres tengan información sobre:
·         Los cambios físicos y psicológicos de la madre.
·         El proceso de crecimiento y desarrollo del niño o niña que se está formando en el vientre materno.
·         Lo que ellos pueden hacer por su hijo o hija desde el comienzo de la vida.
·         El parto, en qué consiste y qué tiene que hacer la madre y el padre o acompañante.
·         Cuidados durante el postparto.




El niño o niña que llega a una pareja y a una familia que lo quiere y lo espera con cariño, tiene más posibilidades de desarrollarse sano psicológica y físicamente
Aún antes del nacimiento del niño o niña, es importante para él que su madre y su padre y demás miembros de la familia piensen en él, lo quieran, le hablen, lo cuiden, lo acaricien.
Un niño o niña que viene es una alegría para la familia que lo acoge. El clima familiar positivo resulta fundamental para el buen desarrollo de la gestación.
La vida no comienza en el momento del parto sino mucho antes. Cuando el niño o niña nace ya tiene alrededor de nueve meses de vida. Cuando está en el vientre materno, ya es un ser humano que se mueve, siente, alimenta, etcétera.

El contacto físico y emocional de los padres con el recién nacido favorece una buena relación afectiva posterior.

El contacto inmediato con el recién nacido al amamantarlo desde la primera hora, además de todas las ventajas que proporciona la leche materna para la salud del niño o niña, contribuye a crear una buena relación afectiva.
El estado de bienestar que experimenta el recién nacido por la cercanía cálida de sus padres facilita el funcionamiento de sus sistemas digestivo, respiratorio y circulatorio.
El recién nacido busca la interacción social y gestual con la madre. Él busca y espera una respuesta a sus acciones. Si el niño o niña no tiene respuesta, se inhibe y deja de comunicarse.



El niño o niña necesita establecer y mantener un vínculo afectivo, esto es, una relación de cariño cálida y cercana con las personas que lo cuidan. Esta relación es necesaria para desarrollar seguridad, confianza y el sentimiento de sentirse querido.
Para desarrollarse intelectual, emocional, social y moralmente, el niño necesita, en cada una de estas áreas, gozar regularmente y durante un largo período de su vida de un vínculo afectivo fuerte, cercano, recíproco y estable, el cual desempeña una función muy importante en su bienestar.
·         El vínculo o apego es una relación afectiva positiva, incondicional y duradera que se caracteriza por el placer mutuo de estar juntos y el deseo de mantener este cariño.
·         Las interacciones positivas con personas que lo cuidan de forma estable generan en el niño un sentimiento de bienestar y van creando una seguridad básica. Este sentimiento se ha denominado “confianza básica” y es fundamental, no sólo para el desarrollo socio emocional sino también para el desarrollo cognitivo del niño.
·         Para formar esta relación de amor, el niño necesita recibir de su madre, padre o persona que lo cuida, demostraciones de cariño, cuidado y atención. Esta actitud tiene que ser continua, diaria, estable. Así el niño va desarrollando seguridad y confianza y el sentimiento de ser valioso e importante.
·         La relación que el niño o niña establece con su madre, o con quien lo cuida, sirve de modelo para establecer relaciones futuras. Se puede decir que un niño o niña mientras más amor recibe en su infancia, más capacidad de amar tendrá en el futuro.
·         Durante la primera infancia, los cuidados maternos y familiares que garanticen el desarrollo de actitudes y conductas de comunicación profunda e íntima parecen producir efectos beneficiosos en el niño o niña. La carencia de este tipo de cuidados y de una vinculación afectiva estrecha, produce efectos negativos que no son fáciles de superar en el futuro. 
·         La primera infancia es la etapa de la vida más importante para el desarrollo de las capacidades interpersonales y de la personalidad. Un niño que es querido y se le demuestra afecto tiene más posibilidades de llegar a ser un adulto feliz. Se puede decir que en los primeros años el niño necesita cuatro elementos principales: alimentación, amor, estímulos y cuidados básicos.



En la relación afectiva con las personas que lo rodean, el niño o niña adquiere seguridad, aprende a expresar sus sentimientos, a conocerse y a confiar en sí mismo, y desarrolla su autoestima
El desarrollo emocional en la infancia es la base del equilibrio psicológico del adulto. Para desarrollarse emocionalmente sano, el niño o niña necesita sentirse querido, aceptado y valorado. Así crea sentimientos de seguridad y confianza en sí mismo y forma una buena autoestima. Las relaciones emocionales tempranas con las personas que rodean al niño o niña son la base de donde surge el desarrollo social, emocional e intelectual.
El conocimiento de sí mismo surge, entre otros, de la relación íntima y amorosa con la madre, el padre, y otros adultos cercanos. Las acciones del niño o niña que ellos valoren y celebren serán lo que él empiece a entender como sus propias características positivas. Lo que rechacen, el niño o niña lo entenderá como sus propias conductas negativas. Si las valoraciones son positivas, él irá llegando a un autoconocimiento que le permitirá formarse una imagen positiva de sí mismo y tener una buena autoestima.
El niño que no se quiere a sí mismo, que se siente tonto y poco importante, puede presentar problemas emocionales y de aprendizaje en el futuro. La adaptación escolar le resultará difícil, su rendimiento tenderá a ser bajo, tendrá que repetir cursos y probablemente desertará del colegio.
El niño con una autoestima positiva busca, establece y mantiene relaciones positivas y experiencias que llevan a logros. Estos éxitos reafirman su autoestima y autoconfianza y lo llevan a más experiencias y relaciones positivas.
El niño o niña necesita un  ambiente de estimulación  para desarrollar sus capacidades físicas y psicológicas
La mente del niño o niña, al igual que su cuerpo, necesita ayuda, «alimento», para desarrollarse bien. Los “alimentos» o estímulos más importantes son:
·         El cariño.
·         La alabanza.
·         El contacto con otras personas y la comunicación con ellas a través del lenguaje.
·         Los objetos para explorar y experimentar.
La estimulación implica una actitud permanente de acogida, de fomento del desarrollo social, de la expresión de sentimientos, del interés por el mundo y por aprender, más que la sola realización de un conjunto de actividades o la entrega de diferentes materiales de juego.
El funcionamiento psicológico del niño o niña requiere estímulos para desarrollar capacidades físicas (como sentarse, gatear, ponerse de pie, caminar, correr), cognitivas (como razonar, inventar, aprender, imitar), emocionales (como expresar afecto, tolerar frustraciones, poder esperar) y sociales (como compartir, escuchar, dar y recibir elogios).
Se debe estimular al niño o niña a buscar por sí mismo solución a los pequeños problemas que se le plantean diariamente, hay que alentarlo a tratar de hacer las cosas bien, aunque se equivoque o le cueste trabajo al principio. Así se sentirá competente, capaz y querrá ir afrontando nuevos desafíos. La autonomía o independencia, es decir, la capacidad que el niño o niña tiene para aprender a hacer las cosas por sí mismo, desempeñan una función de gran importancia en su desarrollo psicosocial.
El juego es la actividad más importante del niño o niña pequeños
El juego favorece el desarrollo de habilidades psicosociales y físicas. Estimula el desarrollo motor, puesto que exige al niño o niña moverse, correr, saltar, caminar. También favorece el desarrollo de la inteligencia, porque lo lleva a explorar el mundo que lo rodea y a repetir acciones en los objetos disponibles para conocerlos mejor.
El juego favorece el desarrollo emocional, porque a través de los juegos el niño o niña expresa sus sentimientos y a veces resuelve conflictos emocionales. Facilita el desarrollo social porque por medio de éste el niño o niña aprende a permanecer y jugar con otros niños, a respetar reglas, a compartir y a convivir.
El juego permite al niño o niña:
·         Moverse y así desarrollar los músculos del cuerpo.
·         Explorar el mundo que lo rodea y así aprender sobre la naturaleza, las plantas, los animales, los objetos hechos por el hombre.
·         Aprender de los niños y personas mayores.
·         Desarrollar la imaginación y la creatividad.
·         Entretenerse, divertirse y expresar los sentimientos.
Todo puede convertirse en juguete para un niño o niña: su cuerpo, el de los demás, los objetos de la casa, los productos para comer y cocinar, los elementos de la naturaleza: agua, arena, hojas, piedras, etcétera. Un juguete no es mejor porque sea costoso. Los padres o hermanos mayores pueden construirlos con mucho amor, imaginación, poco costo y con materiales del medio.
Cuando el niño o niña juega y convive con otros niños aprende a ponerse en el lugar del otro, a comprender a los demás. Además, descubre la amistad y la lealtad. Cuando presta sus juguetes o juega con los de otro, comienza a manifestar su capacidad de compartir. También aprende a respetar reglas.
Mediante el juego el niño o niña aprende a conocer su cultura, tradiciones y valores morales. Propiciar los juegos facilita el entender, valorar y mantener la cultura a la que pertenece.
Las habilidades que el niño o niña van adquiriendo le permiten desempeñar un papel cada vez más activo en relación con las personas que lo rodean. Progresivamente, él va buscando ser independiente y realizar acciones por sí mismo sin querer ser ayudado.
El saltar, correr, trepar, explorar objetos y situaciones, no sólo le permiten al niño o niña desarrollar su musculatura y descargar energías, sino también lo hacen más independiente; al darse cuenta de sus capacidades físicas, aumenta la confianza en sí mismo.
Poco a poco va a poder hacer muchas cosas por sí solo, al igual que sus hermanos y los adultos querrá comer, vestirse, lavarse, etcétera, con lo que logra cada vez un mayor grado de autonomía.
De la aceptación que le muestren los adultos y de la actitud razonablemente permisiva que tengan respecto de su deseo de autonomía dependerá, de forma importante, el desarrollo de la independencia y también de la confianza en sí mismo.
En la interacción con el mundo que lo rodea, el niño o niña aprende a compartir y a ser solidario
El aprender a convivir es tal vez la tarea más difícil, pero al mismo tiempo la más humana. Si este aprendizaje empieza temprano, perdurará toda la vida. El apoyo y ejemplo que se le dé al niño o niña lo marcará para siempre.
El niño o niña necesita interactuar con otros niños. A medida que va creciendo, esta necesidad aumenta. Es conveniente que la madre le permita jugar y relacionarse con niños de su edad. En este intercambio social activo, él aprende a desarrollar su lenguaje, a compartir, a convivir, a aceptar reglas.
Se aprende a estimar a los otros básicamente a través de la imitación. La mejor manera de enseñar al niño o niña a respetar es respetándolo a él y a los demás. La mejor manera de enseñarle a compartir es compartiendo con él.

Un ambiente de irritación y violencia familiar es perjudicial para el desarrollo psicosocial infantil
Las peleas, las discusiones, los gritos y las tensiones de los adultos son percibidos incluso por el bebé. El miedo, la inseguridad y la tensión, que estos hechos causan alteran el desarrollo psicosocial del niño.
Las discusiones violentas y agresivas entre adultos hacen que los niños se sientan culpables de ellas y experimenten una sensación de angustia. Los niños imaginan que sus padres se pelean por lo que ellos han hecho.
El criticar constantemente al niño o niña, el exigirle más de lo que puede hacer, el destacar lo negativo de forma reiterada le lleva poco a poco a pensar que lo hace todo mal, a no quererse a sí mismo, a no tratar de superarse, a tener una baja autoestima.
Por el contrario, si el niño o niña vive en un ambiente relajado, cariñoso, con un clima positivo y donde existe humor para acoger lo bueno de la vida, tiene más posibilidades de desarrollarse física y psíquicamente sano.
El maltrato físico y psicológico al niño o niña constituye un alto riesgo para su desarrollo psicosocial y puede dejarle secuelas para el resto de su vida. El maltrato físico, los golpes reiterados dejan en el niño o niña cicatrices invisibles que pueden durar toda la vida.
Además el castigo físico sólo logra frenar o inhibir la conducta negativa durante un rato, mientras dura el dolor del golpe y el temor a un nuevo castigo.
El castigo físico no permite desarrollar conductas positivas, responsabilidad o interés por aprender o superar la conducta errada.
El maltrato infantil se origina en una serie de factores individuales, familiares, socioeconómicos y culturales. Para afrontar esta situación es necesario que los padres que incurren en esta práctica negativa para el desarrollo del niño o niña tengan acceso a redes de apoyo comunitario y de especialistas, tales como médicos, psicólogos, trabajadores sociales y orientadores, que saben cómo tratar este tipo de problemas.



Decálogo básico del desarrollo psicosocial infantil

  • Para el niño o niña es fundamental el contacto estrecho con los padres antes y en el momento de nacer.
  • El niño o niña necesita establecer un vínculo o relación de afecto y amor con sus padres o las personas que lo cuidan.
  • El niño o niña necesita un intercambio con su medio a través del lenguaje y del juego.
  • El niño o niña necesita hacer las cosas por sí mismo para alcanzar un grado adecuado de autonomía o independencia.
  • El niño o niña necesita la valoración positiva para tener una buena autoestima y confianza en sí mismo.
  • El niño o niña necesita tener un mínimo de seguridad y estabilidad.
  • El niño o niña necesita poder expresar sus emociones y sentimientos sin temor a ser reprimido o castigado.
  • Cada niño o niña es distinto, tiene su propio temperamento y su propio ritmo; no todos los niños aprenden con la misma rapidez.
  • Las familias estimuladoras, cariñosas, que brindan apoyo tienen niños más sanos y felices.
  •  Los padres, las madres y otros adultos deben evitar golpear, maltratar, asustar, descalificar o engañar a los niños. Un ambiente de irritación, violencia o inestabilidad prolongada es perjudicial para el desarrollo infantil.


Espero que esta información te allá sido de gran utilidad para comprender un poco más sobre lo que implica el desarrollo psicosocial en los niños, es de suma importancia que los padres conozcan, la etapas de desarrollo que pasa un niño para poder ayudarlo en su camino y hacer más fácil las transiciones de estas etapas que a lo largo de este trabajo fui describiendo, una influencia positiva de los padres en la niñez hace el cambio en su desarrollo, un niño que crece en una familia que le da amor, cariño, comprensión y lo impulsa día a día a ser una mejor persona, son niños con un desarrollo psicosocial óptimo.




Se ha comprobado que la autoconfianza, la autoestima, la seguridad, la capacidad de compartir y amar, e incluso las habilidades intelectuales y sociales, tienen sus raíces en las experiencias vividas durante la primera infancia en el seno familiar. En un hogar donde se respira un ambiente de cariño, de respeto, de confianza y de estabilidad, los niños o niñas se crían y se desarrollan psíquicamente más sanos y seguros, y se relacionarán con el exterior de esta misma forma, con una actitud más positiva y constructiva hacia la vida. (El fondo de las Naciones Unidas para la infancia [UNICEF], 2004, p.5)

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Junya stux 


 referencia
El fondo de las Naciones Unidas para la infancia. (2004). Desarrollo Psicosocial de los niños y las niñas. Recuperado de: https://www.unicef.org/colombia/pdf/ManualDP.pdf

Erikson,E.(2005,Diciembre,2).El Desarrollo Psicosocial de Erik Erikson. Revista Lasallista de investigación. Recuperado de: http://www.redalyc.org/html/695/69520210/

wikipedia.(13 de marzo del 2018). Erik Erikson. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Erik_Erikson


Este blog fue creado como practica de la materia NTIC de la Universidad de Sonora